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Dos consecuencias del pesimismo: depresión e impotencia

El día de hoy quiero hablarte de uno de los temas que más interés genera dentro de la comunidad de lectores del blog del Instituto: el pesimismo.

Resulta que muchas personas reconocemos esta tendencia a evaluar de manera negativa lo que ocurre a nuestro alrededor, incluyendo también una devaluación de las demás personas, o incluso, una autopercepción negativa. Hay muchos factores que inciden en esta tendencia, desde el componente evolutivo llamado “sesgo de negatividad”  hasta cuestiones culturales.

A veces sólo basta detenerse un poco a observar las pláticas cotidianas, en un café por ejemplo, para darnos cuenta de que la mayoría de ellas es sobre noticias desgarradoras, situaciones desagradables, críticas hacia otras personas, etc. Desahogarse con los amigos tiene una utilidad psicológica muy importante, pero en ocasiones abusamos de estas pláticas negativas.

En este momento viene a mi mente una persona que incluso cuando las cosas iban bien en su vida o en la vida de sus seres queridos, solía encontrar la forma de darle la vuelta para encontrar el lado desgarrador e ilusorio hacia lo negativo. Por ejemplo, decía: “sí, estoy muy contenta de que mi hermano tenga una pareja, además ella es muy agradable y lo veo muy feliz, aunque bueno, en su cumpleaños la invitó a comer a “x” restaurante,un lugar al que jamás nos ha llevado a nosotros, su familia, seguramente poco a poco nos va a dejar de frecuentar y de querer”.

Y aquí una idea muy interesante: la tendencia pesimista no está relacionada con los hechos, sino con la actitud que tenemos hacia lo que nos ocurre. Se suele pensar que las circunstancias determinan nuestra felicidad, o en este caso nuestro pesimismo, pero la investigadora Sonja Lyubomirsky ha demostrado a través de sus estudios que esto no es verdad. Sólo el 10% de nuestra felicidad depende de ellas.

Pero vamos más allá, cuáles son los costos a pagar si nos mantenemos en esta tendencia pesimista. Porque no se trata de una circunstancia  (más bien elección) sin consecuencias. Martin Seligman, considerado el padre de la Psicología Positiva, ha estudiado el pesimismo por más de 25 años y señala, entre otras cosas, que el pesimismo genera depresión e impotencia.

En cuanto a la depresión, no es difícil de creer que nuestros pensamientos generan estados de ánimo. Si durante todo el día has estado viendo noticias desagradables en los medios de comunicación, es muy común que por la noche te sientas cansado o incluso temeroso. A veces esta sensación se prolonga hasta nuestros sueños y resulta que no descansamos esa noche por las pesadillas que tuvimos. Si durante un periodo considerable de tiempo estamos saturados de este tipo de información y discurso negativo, podemos incluso caer en estados depresivos. Esto no quiere decir que la depresión, sobre todo la severa, tenga una solución mágica, pero sí significa que los cambios de pensamiento (de negativo a positivo) impactan en nuestros estados de ánimo de manera muy significativa. Los estudios de Seligman y de Fredrickson, entre otros, han sido muy reveladores en este sentido.

Por otro lado, otra consecuencia del pesimismo es la impotencia. Dentro de la tendencia pesimista se encuentra la creencia de que las situaciones adversas que nos rodean son así y no tenemos más que una condena a seguir “pasándola mal”. Por supuesto que hay acontecimientos negativos en la vida que llegan por sorpresa. Pero por ejemplo, una persona con tendencia al pesimismo consideraría que: su pareja es “insoportable” y que no hay manera de que cambie la situación, que su jefe es el peor jefe que puede tener y que toda la vida en el trabajo será fatal, que nunca podrá tener una pareja estable porque sus anteriores relaciones no han sido satisfactorias. Podríamos decir que es común que el pesimismo se narre desde la victimización y desde la desolación.

La buena noticia ante todo esto es que la tendencia hacia la negatividad se puede revertir, podemos ser mucho más positivos y tener los grandes beneficios que eso implica. Como dice Seligman, un tenue pesimismo, juiciosamente aplicado, puede ser útil, pero aquí aplica la frase “el abuso en el consumo de dicho pesimismo puede perjudicar nuestra salud (emocional y física)”.

No te pierdas mis próximos artículos porque te seguiré hablando de estos temas, desde cómo puedes incluir en tu vida más hábitos positivos, cómo lidiar con la negatividad de otras personas y claro, qué ha mostrado la ciencia como efectos de esta positividad.

Alejandra Lopez
Alejandra Lopez
Directora del Instituto del Desarrollo Óptimo, especialista en Educación y Felicidad.
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