Por mucho tiempo, se creyó que ser una persona optimista consistía en decirse todos los días frente al espejo: “eres especial”, “eres un ganador”, “cree que puedes y podrás”… Esta tendencia, muchas veces bastante fantasiosa, no siempre tiene los resultados deseados, por el contrario, puede generar desesperación y frustración.
Martin Seligman, el considerado padre de la psicología positiva, ha estudiado por más de 25 años el fenómeno del optimismo. La postura de este reconocido investigador dista mucho del movimiento estereotipado de auto-ayuda y se centra en una premisa básica:
“La base del optimismo no reside en las frases positivas, sino en el modo en como uno piensa las causas”, esta frase está basada en sólidas investigaciones científicas.
Lo que Seligman y sus colegas proponen es desarrollar una serie de habilidades para poder cambiar nuestros discursos narrativos en relación a lo que nos sucede. Es decir, aprender a contarnos una historia diferente a la pesimista cuando ocurren contratiempos, sin dejar de reconocer el hecho desagradable, se trata de ser mucho más concretos y analizar lo que nos ocurre en términos de circunstancias.
Existen un sin fin de herramientas y descripciones que explican cómo es que se van generando estas explicaciones negativas en relación a lo que nos ocurre y cómo cambiarlas (del pesimismo al optimismo), el día de hoy quiero compartir contigo una de ellas.
La generalización
Las personas tendemos a generalizar los acontecimientos negativos. Esto significa que ante algo “malo” que nos ocurre hacemos generalizaciones de qué tan mal está nuestra vida en general. Por ejemplo: si una persona acaba de recibir la notificación de que su contrato no fue renovado en el trabajo, la generación podría ser “nunca encontraré trabajo, soy un fracasado, por eso me está ocurriendo esto”. Otra situación puede ser cuando una relación de pareja termina, una persona puede decir desde la generación “yo no sirvo para el amor” , e incluso agregar algo más dramático “ya me lo decía mi madre, y no le hice caso”.
Estas generalizaciones tienen consecuencias emocionales, no es difícil imaginar cómo se sentirá una persona que hace esas interpretaciones de las causas de sus “desgracias”. Ahora bien, existe una alternativa efectiva para estas generalizaciones.
Poner perspectiva
Poner en perspectiva la situación ayuda de menara efectiva a contrarrestar la generalización. Siguiendo los ejemplos anteriores, las siguientes alternativas: “mi contrato no fue renovado, no me fue como yo esperaba en este mes”, pensar de esta manera acota el hecho a lo que realmente sucedió y no condena al fracaso rotundo una situación negativa. En el caso de las relaciones amorosas, un discurso como: “cometí algunos errores en esta relación”, es mucho más realista y concreto que “soy un fracaso en los temas del amor”.
Esta estrategia la puedes poner en práctica la próxima vez que ocurra un contratiempo en tu vida, tomando en cuenta lo siguiente:
Esto es todo por la información del día de hoy, me encantará leer tu opinión en relación a esta estrategia y , claro, conocer tus experiencias al respecto.
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