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El mejor consejo para los propósitos de Año Nuevo

¡Qué emoción! ¡Ya casi empieza el 2020! Y aunque la idea de un nuevo inicio cada 365 días es arbitraria, nos da la oportunidad de aprovechar el impulso motivacional que se genera cuando empezamos algo nuevo. Es por ello que muchas personas aprovechamos para hacer una lista de metas.

Sin embargo, la mayoría terminamos por no poder alcanzarlas o las olvidamos (hace poco no lograba recordar qué me había propuesto lograr en este 2019). Además, esta situación no se limita a estas épocas del año, ya que todos en algún momento hemos incumplido objetivos que nosotros mismos habíamos fijado. De hecho, durante los últimos dos años, ésta fue una situación que se tornó crónica en mi vida, cada tres meses yo llegaba a casa con un objetivo personal y profesional diferente al del trimestre anterior. Por ejemplo, en febrero de 2018  le hice saber a todos mis conocidos que mi propósito de vida era ser un excelente ingeniero civil e incluso me inscribí a la universidad para dicha carrera. Pero luego, en mayo del mismo año, me desanimé y decidí cancelar mi inscripción y adoptar un enfoque más tecnológico, afirmándoles a mis allegados que ahora quería volverme un programador del más alto nivel. 

Eventualmente, esto provocó variadas reacciones por parte de mi familia y de mis amigos. Algunos creían que mi comportamiento se debía simplemente a una etapa de transición resultado de mi temprana e inmadura edad, mientras que otros más me llegaron a calificar como un joven inconsistente, volátil, indeciso y hasta perezoso. La verdad no los culpo por haberme etiquetado así pues mi forma de actuar coincidía casi a la perfección con las definiciones de aquellas palabras: un día parecía sumamente emocionado por empezar un proyecto nuevo y al siguiente estaba irremediablemente decaído, triste y sin voluntad de siquiera levantarme de la cama. Sin embargo, esta forma de sentir no era algo que yo estuviera decidiendo pasar voluntariamente y, de hecho, creo que el que más incómodo se sentía con esa situación era yo. Debido a esto, y a que empecé a darme cuenta que había más jóvenes de mi edad que parecían estar pasando por la misma situación, decidí aventurarme a descubrir qué era lo que realmente estaba pasando conmigo. 

La respuesta llegó a mí de la mano de dos personas completamente diferentes: Elon Musk, un genio e innovador empresario sudafricano, y Jaggi Vasudev, un sabio y brillante gurú hindú. Los dos, siendo hombres exitosos en sus respectivos campos, fueron cuestionados en diferentes momentos y lugares sobre algún consejo que podría ayudar al resto de nosotros a llegar a lograr un día lo que ellos habían logrado. Aunque su contestación no fue textualmente la misma, su idea sí que lo fue: “Si necesitas inspiración o motivación para hacer algo, mejor no lo hagas. Porque eso quiere decir que no quieres hacerlo realmente y sólo estarás desperdiciando tu tiempo”. 

Esta pequeña frase puede parecer controversial y hasta un mal consejo. Pero para mí resultó un grandísimo alivio ya que me ayudó a caer en cuenta de que no era que simplemente fuera flojo, cobarde o indisciplinado; sino que mi aparente indecisión se debía a que en realidad no sabía qué era lo que realmente quería hacer con mi vida. Y ahora que era consciente de ello, me di la oportunidad de redirigir mis esfuerzos hacia descubrirlo.

Mi segunda respuesta la encontré  gracias a un trabajo continuo e incansable de introspección. Durante al menos tres meses me dediqué diariamente a hacer un recuento de los momentos en que más satisfecho me había sentido en mi vida con el fin de descubrir el factor común en todos ellos. Mis hipótesis variaron desde creer que los momentos más maravillosos habían ocurrido en compañía de mis seres queridos, hasta suponer que en realidad habían tenido lugar durante los pocos momentos de éxtasis que había conseguido alcanzar a través de la meditación profunda. Sin embargo, ninguna suposición me convencía y seguí buscando y buscando hasta que, finalmente, mi perseverancia obró sus frutos y descubrí cuál era el verdadero ingrediente principal de un momento realmente satisfactorio: sentir que estaba impactando la vida de otro ser vivo de forma positiva, aunque el resultado obtenido fuera mínimo. Gracias a esta revelación, decidí empezar a indagar sobre cuál era la mejor forma en la que podría llegar a generar un impacto positivo en la humanidad  tan grande que llegara a todas las personas del mundo. En el camino, me encontré con el campo de la Psicología Positiva y el invaluable conocimiento de saber que la felicidad y el bienestar podían ser fomentados y generados desde dentro de cada uno de nosotros. Al conocer esto, y casi sin pensarlo, decidí que dedicaría mi vida en cuerpo y alma a enseñar a la gente de todo el mundo a ser felices y encontrar su bienestar por sí mismas.

Por supuesto, mi gran sueño es aún un boceto y se encuentra aún muy lejos de ver la luz. Sin embargo, lo que de verdad quiero compartirles con toda esta historia es que pueden aprovechar este año nuevo para reflexionar si se sienten realmente satisfechos con lo que están haciendo en sus vidas. Y en caso de que su respuesta sea negativa, los invito a pensar en al menos una forma en la que podrían impactar positivamente la vida de otra persona, sin importar quién sea, y se animen a ponerla en acción. Les aseguro de todo corazón que la satisfacción de sentir que estás haciendo una diferencia positiva en la existencia de otro ser humano será tan grande que querrán repetir la experiencia una y otra vez (y quizá en el proceso descubran qué es lo que quieren seguir haciendo el resto de su vida). Por último, si no me creen, solo pregúntenle a mis conocidos. El mismo Yves que ha cambiado de carrera cuatro veces en dos años, hoy ya va por su quinta publicación en el blog del Instituto del Desarrollo Óptimo. Pero tampoco les voy a mentir… cada vez es mucho más emocionante.

Yves Miguel Silva González
Yves Miguel Silva González
Un joven que cree que la vida puede ser maravillosa si nos atrevemos a tomar la responsabilidad de nuestro ser a través de nuestra mente, cuerpo y emociones.
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