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¿Todos deseamos lo mismo?

Todos deseamos algo. Y no sólo los seres humanos, sino todas las formas de vida. Somos el resultado de un constante e implacable deseo de vivir que se ha transmitido por millones de años; desde la primera forma de vida hasta sus últimos descendientes, incluidos nosotros mismos. 

Eso quiere decir que para que nosotros existamos hoy fue necesario que nuestros antepasados tuvieran un deseo de sobrevivir lo suficientemente fuerte como para superar los innumerables retos que involucra habitar un planeta como el nuestro, (por ejemplo: meteoritos, eras de hielo, guerras, plagas, etc.) Creo que el hecho de que ellos hubieran superado todas esas dificultades es algo realmente digno de admiración y agradecimiento de nuestra parte porque, sin su resiliencia, ninguno de nosotros estaríamos aquí. Por otro lado, ¡eso también significa que somos miembros de un linaje de verdaderos supervivientes y en nuestros genes yace la resiliencia y la voluntad necesarias para superar cualquier reto que pudiéramos encontrar en el camino hacia nuestros más grandes deseos! Sin embargo, antes de entrar en un speech motivacional sobre los sueños que podríamos alcanzar, deberíamos preguntarnos: “¿Qué es lo que realmente deseamos?”

Por supuesto, cada uno de nosotros puede tener una idea diferente de lo que le gustaría lograr en su vida: algunos podrían conformarse con tener salud y los recursos suficientes para sobrevivir y a otros podría agradarnos la idea de volvernos ricos y nunca más volver a tener que preocuparnos por el dinero. Sea como sea, tengo la teoría de que todas estas ambiciones aparentemente diferentes son en realidad la expresión de una misma necesidad básica inherente a la vida misma: el deseo de trascender. 

Según el diccionario, la palabra trascender significa “estar o ir más allá de algo”. Y, por alguna razón, la vida siempre ha querido ir más allá de sí misma. Es decir, no es ningún secreto que todo lo que vive eventualmente cumple su ciclo y muere. Sin embargo, aquí estás tú leyendo esto millones de años después del primer surgimiento de vida. Y quizá ese primer ser vivo (que los científicos creen fue una célula muy básica y primitiva) no tuviera emociones, ni pensamientos y ni siquiera un cerebro con el cual asimilar su entorno, pero sí podemos tener la certeza de que tenía algo particular: ¡el deseo de sobrevivir más allá de su propio ciclo de vida a través de la reproducción! Y este deseo de ir más allá de la propia muerte persiste en todos los seres vivos hasta hoy en día. De hecho, es la razón por la cual las bacterias buscan un cuerpo en donde puedan multiplicarse, es la razón por la cual las plantas crean polen que atraiga aves e insectos que esparzan sus semillas y es la razón por la cual los animales son tan agresivos cuando sus cachorros se ven en peligro, ¡porque están defendiendo ese deseo de sobrevivir a través de su descendencia!

¿Y esto qué tiene que ver con nosotros? Muy sencillo: como descendientes de ese primer ser vivo, la raíz de todos nuestros deseos es básicamente la misma: trascender o sobrevivir más allá de nuestro propio ciclo de vida. No obstante, nosotros nos hemos dado cuenta que reproducirse o tener hijos no es la única forma en la que lo podemos lograr. Por ejemplo, está el caso de Sócrates, un filósofo griego nacido hace más de dos mil años que nunca tuvo hijos y ni siquiera escribió un libro, pero a través de sus pláticas y alegorías, transmitió su sabiduría y sus conocimientos a innumerables discípulos que, a su vez, se encargaron de transmitirlos por generaciones hasta el día de hoy, donde aún es recordado como un verdadero genio y uno de los más grandes filósofos que han existido. Tanto así que sus métodos y técnicas aún son utilizados en las más prestigiosas instituciones a nivel mundial. Por otro lado está el caso de Marco Aurelio, un emperador romano que, aunque logró muchas hazañas durante su vida, una de las cosas por las que más es recordado es por su diario “Meditaciones” en donde plasmó algunas prácticas estoicas muy útiles para lidiar con los momentos difíciles y que han ayudado a más de uno a salir adelante, incluyendo a un servidor.

Como podemos ver, estos dos ejemplos nos ayudan a vislumbrar que, en efecto, es posible sobrevivir más allá de nuestro propio ciclo natural de vida: hace cientos de años que ambos personajes fallecieron y aún así siguen impactando la vida de millones de personas, tanto directa como indirectamente. Incluso estoy seguro que tú también debes tener tus propios “inmortales”. Es decir, personas (o incluso mascotas) que, aunque ya hayan fallecido, siguen impactando tu vida de forma positiva, ya sea a través de profundas enseñanzas o simples recuerdos agradables.

Finalmente, regresando a la pregunta qué es lo que realmente deseamos, la respuesta es muy simple: todos nosotros deseamos sobrevivir más allá de nuestra propia muerte. ¿Cómo lo podemos lograr? Ese será un tema para otra ocasión. Sin embargo, creo que vale la pena que analices qué han hecho esas personas que aún recuerdas porque han impactado tu vida positivamente y después pienses en cómo te gustaría a ti ser recordado, en vida y después de la vida. O, en otras palabras, ¿cómo te gustaría trascender en este mundo? Uno nunca sabe, quizá seas el o la próxima Sócrates esperando a ser descubiert@.

Yves Miguel Silva González
Yves Miguel Silva González
Un joven que cree que la vida puede ser maravillosa si nos atrevemos a tomar la responsabilidad de nuestro ser a través de nuestra mente, cuerpo y emociones.
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