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La amabilidad podría salvarte la vida (literal)

Cuando tenía 19 años, mi abuelo se graduó de maestro en la ciudad de Oaxaca. Como parte de su servicio social, lo mandaron a un pequeño pueblo en lo profundo de la sierra, al cual, en ese tiempo, sólo se podía llegar después de un breve vuelo en avioneta y una caminata de diez horas seguidas. Al ser mi abuelo el único maestro en la única escuela de dicho pueblo también se le dio el puesto de director. Fue así como se terminó haciéndose amigo del presidente de padres de familia de esa pequeña localidad, un señor llamado Benancio. Conforme pasó el tiempo, mi abuelo empezó a darse cuenta de que las condiciones de trabajo de campesinos y trabajadores eran deplorables debido a la negligencia de los hacendados del lugar, por lo que él, teniendo un firme sentido de moral y justicia, decidió hacer algo al respecto y empezó a mandar cartas a las oficinas centrales de la SEP y al gobierno estatal para que hicieran algo al respecto. Como era de esperarse, esta actitud no gustó nada a los hacendados y, siendo finales de los 60’s en un lugar alejado de las grandes ciudades y donde no existía una institución bien establecida de leyes y justicia, decidieron mandarlo a matar. Sí, ¡así de como se escucha! 

Sin embargo, mi abuelo no se daría por enterado hasta que, poco tiempo después y mientras empezaba su viaje de regreso a la ciudad de Oaxaca, la información le fue rebelada por el mismo hombre que había sido contratado para acabar con su vida: el señor Benancio. Así es, uno de sus únicos amigos en el pueblo tomó la decisión de confesarle todo a mi abuelo y lo hizo de la siguiente manera: “Mira Antonio, alguien me dio esta bala (mostrándole una bala de revólver) y este billete para acabar con tu vida. Pero como tú te has portado bien conmigo y nunca me has tratado mal, te voy a dar oportunidad de que te vayas de aquí con vida a cambio de que nunca más regreses porque, si lo haces, entonces ellos me matarán a mí”. Después de escuchar estas palabras, su instinto de supervivencia se activó y salió corriendo hacia la pista de donde salía la avioneta a la ciudad de Oaxaca dejando atrás sus maletas y pertenencias. Gracias a esta experiencia, mi abuelo siempre nos ha aconsejado ser amables y buena gente con cualquier persona pues, debido a la amabilidad que él mismo tuvo con el Sr. Benancio, pudo salir con vida de aquel pueblo y formar una familia que llevó a que hoy pueda estar yo aquí compartiéndoles esta experiencia.

Aunque el ejemplo de mi abuelo puede parecer radical, es cierto que la amabilidad puede salvar incluso la vida de otras personas. He sabido de algunos casos de personas que, ante algún gran problema personal deciden suicidarse y lo único que los disuade de no hacerlo es el tacto o la amabilidad con la que una persona se dirige a ellos durante su día, pues les hace retomar su humanidad y reflexionar sobre la verdadera valía de su vida. Aunado a esto, nosotros no siempre sabemos por qué situaciones podría estar pasando cualquier persona que tengamos enfrente, así que lo mejor es ser amable siempre que nos sea posible con tantas personas como nos sea posible.

Además de todo, ser amables puede abrirnos incontables puertas ya que a los humanos nos es agradable cualquier individuo que sea cortés con nosotros o nuestros seres queridos y casi siempre preferimos a dichas personas por sobre los demás, pues nos es más grato tenerlas alrededor. Y uno nunca sabe, quizá esa persona frente a ti sea quien tenga lo que tú necesitas para alcanzar tu siguiente meta, ya sea un puesto determinado o hasta un consejo particular. Con esto no estoy diciendo que seas amable únicamente por el beneficio personal que podría traerte, pues no sería una actitud genuina. Lo digo más para resaltar otro de los grandes beneficios de la verdadera amabilidad por sobre cualquier otra actitud negativa. 

Así que ya sabes, podrías empezar hoy mismo por un pequeño saludo o una discreta pregunta sobre el estado de ánimo de algún amigo o un familiar, aunque sea de forma digital (¡hay que aprovechar la tecnología!) y así, ir practicando y desarrollando tu amabilidad interna y contagiándosela a los demás. Uno nunca sabe: tu amabilidad podría llegar a salvar una vida… incluyendo la tuya. 

Yves Miguel Silva González
Yves Miguel Silva González
Un joven que cree que la vida puede ser maravillosa si nos atrevemos a tomar la responsabilidad de nuestro ser a través de nuestra mente, cuerpo y emociones.
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