Al día de hoy jueves 9 de abril se estima que al menos la mitad de la población mundial se encuentra en cuarentena a raíz del brote de Coronavirus en todo el planeta. Aunque yo esté completamente de acuerdo con las medidas de prevención impuestas, creo que es importante considerar los efectos secundarios que inevitablemente causarán. Para empezar, la mayoría de noticieros ya han hablado de las nefastas consecuencias económicas que traerá consigo todo este periodo de aislamiento social. Sin embargo, casi ninguno ha tomado en cuenta las otras consecuencias (y a mi parecer más preocupantes): los sentimientos de soledad causadas por el mismo aislamiento social.
Para ilustrar los efectos que puede tener la soledad me gustaría compartirte mi propia experiencia al respecto:
En alguna ocasión tuve la oportunidad de trabajar en un país extranjero donde no conocía a nadie y nadie me conocía a mí. Básicamente trabajaba como peón en una construcción y el ambiente era realmente hostil debido a las condiciones migratorias en las que se encontraban la mayoría de mis compañeros de trabajo. Debido a esto, hacer amistades me resultaba extremadamente difícil y el sentimiento de soledad que surgió en mí fue inevitable. Sin embargo, aproveché la oportunidad para observar y comprender mejor mi propio comportamiento y el de mis compañeros, pues la mayoría de ellos habían llegado en peores condiciones que yo. Empecé a darme cuenta de que, al menos dos veces a la semana, me encontraba a uno de ellos borracho durante las horas de trabajo. Como buen niño recién salido de casa no pude evitar juzgarlos y condenarlos, pues su actuar ponía en riesgo toda la operación y hasta la vida de nuestros demás compañeros. Sin embargo, una semana después de haber llegado yo también ya empezaba a sentirme solo, cansado, estresado y aterrado. No me da pena decir que a raíz de esto lloré más de una vez en la soledad de mi cuarto (en el cual, para colmo, tampoco teníamos WiFi). Básicamente estábamos aislados, e incluso, creo que si me hubiera gustado la cerveza como a mis compañeros y no hubiera sabido de la meditación como método de relajación, probablemente también me hubiera vuelto alcohólico como ellos. Eventualmente hablé con mi jefe y decidió implementar lo más parecido que encontramos a dinámicas de integración de equipos que se nos pudo ocurrir y al final, las condiciones lograron mejorar para todos. La clave estuvo en tener espacios para conversar, intercambiar ideas, y, lo más básico, vernos a los ojos.
Con 18 años recién cumplidos y como un muchacho de casa consentido la mayor parte de su vida, esta experiencia fue una de las más difíciles que he tenido que superar, pero me enseñó una valiosísima lección: la soledad puede tener efectos realmente devastadores y lo mejor es hacer algo al respecto tan pronto como sea posible. De hecho hasta un estudio realizado en 2003 por Naomi Eisenberger, profesora asociada de psicología social en la UCLA, descubrió que los sentimientos de soledad suelen desencadenar actividad en algunas de las mismas regiones del cerebro que registran el dolor físico.
Así que ahora que sabemos los peligrosos efectos de la soledad y la situación actual nos obliga a mantenernos en aislamiento social por nuestra propia seguridad, ¿cómo es que podremos lidiar con los sentimientos de soledad que deriven de esto? Creo que es hora de agradecer haber nacido en estos tiempos y hacer uso de las ventajas que ello trae consigo: ¡Aprovechemos la maravillosidad de la tecnología! Actualmente casi cualquier teléfono celular inteligente puede realizar llamadas y/o videollamadas gratuitas a través de WhatsApp, Skype, etc y también generar chats a través de Facebook, Instagram o WhatsApp. Yo digo que podemos usar el tiempo que nos ha brindado esta experiencia y aprovecharlo para llamar o escribirle a ese viejo amig@ del que no hemos sabido en años, a ese tío o tía con el/la que solíamos llevarnos de maravilla cuando niños o a nuestros papás y/o abuelos si aún tenemos la fortuna de contar con ellos (la mayoría de ellos tienen, al menos, un teléfono físico al cual llamar, ¡inténtalo, no hay pretextos!) Y, por supuesto, si alguien más está encerrado contigo, también puedes aprovechar para conocerlo mejor sin importar quién sea. Como recomendación personal les dejo la liga directa para adquirir el juego “¡Cuéntame más!” (que ayuda a generar conexión con la gente que tienes cerca) desarrollado por el Instituto. Créanme, mi familia y yo lo jugamos mucho antes de todo esto y ahora, muchísimo más.
Como dije en mi anterior publicación, toda crisis siempre trae consigo una o más oportunidades y creo que en esta ocasión una de ellas es, paradójicamente, la de conectar más a fondo con quienes más queremos. Confía en mí: ¡Juntos saldremos adelante!
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