“Si no estás avanzando en la vida, entonces estás retrocediendo”. Así trató de abrirme los ojos mi madre hace ya varios años cuando estaba pasando por una etapa muy apática. Lamentablemente no entendí lo que quería decir hasta que, años más tarde, empecé a estudiar termodinámica en la escuela. Quizá se pregunten ¿qué tiene que ver avanzar en la vida con la termodinámica? Bueno, resulta que están íntimamente relacionadas.
Verán, la Segunda Ley de la Termodinámica (aplicable a todo el universo en el que vivimos) establece que la entropía en el universo siempre aumenta y nunca disminuye. O, en otras palabras, que el universo tiende naturalmente al caos y al desorden. Y sí, eso es una ley física. ¿Que no importa cuántas veces ordenes tu casa o habitación, siempre terminará desordenada eventualmente aunque no habites en ella? Entropía. ¿Que acabas de lavar tu toalla y después de varias veces de usarla después de bañarte queda sucia? Entropía. ¿Que no puedes evitar tener pensamientos negativos o emociones destructivas? Así es, al ser parte del universo también tiendes a la entropía. De hecho, si no fuera por las trillones de células y los diferentes sistemas anatómicos que trabajan sin descanso día y noche para mantenernos vivos y relativamente saludables, la vida simplemente no sería posible debido a la naturaleza caótica de la materia.
¿Esto quiere decir que el universo está en nuestra contra a la hora de crear orden en nuestra vida? Sí, básicamente. Pero eso no es necesariamente algo malo. En 1977 Ilya Prigogine, un físico ruso, determinó que la única manera de mantener orden en un sistema es disipando la entropía o el caos que hay en él. Esto quiere decir que se necesita una energía externa a la entropía para poner orden en el sistema. Por ejemplo, la energía que ocupamos para recoger nuestra habitación a conciencia, lavando los trastes, tirando la basura, etc.
Quizá ahora algunos puedan llegar a pensar “¿qué caso tiene luchar contra una ley que nos dice que la existencia siempre tenderá al caos? ¿No sería mejor rendirnos?” Y es una idea muy válida, pues es una de las grandes dudas que la humanidad se ha hecho desde que pudimos empezar a razonar. Y no les voy a mentir, yo tampoco tengo la respuesta. Pero la ciencia nos ha dado algunas pistas. Para empezar, la física nos dice que la vida misma es anti-natural en el sentido de que las probabilidades de que la energía requerida para organizar un sistema tal que se comporte de una forma unificada como lo es un simple ser vivo unicelular como una bacteria son casi nulas. Mantener y crear un ser vivo tan grande como una ballena azul o al ser humano con una una capacidad neurológica tan avanzada raya en la ruptura de las leyes físicas.
Así que quizá parezca inútil o hasta ingenuo luchar contra las mismas leyes de la física y parezca no tener ningún sentido. Pero, de alguna forma, aquí estamos. Y no sólo nosotros, sino millones de especies más. Y tanto es la resistencia de la vida contra la ley del caos y la entropía que hasta se siente bien cuando la vencemos. ¿O a poco no se siente genial cuando logramos por fin poner orden a nuestra habitación? Insisto, no sé de una razón objetiva para oponernos así a la entropía. Pero lo hemos estado haciendo desde hace millones de años y además, se siente bien cuando por fin lo logramos. Para mí, esa es una gran pista de que, de alguna u otra manera, vale la pena que lo intentemos.
Y les cuento todo esto para decirles que mi madre tenía razón. Si no estamos avanzando en la vida, entonces estamos retrocediendo. O en palabras científicas: Si no estamos empleando energía para disipar la entropía (caos) de nuestros sistemas, entonces se está acumulando y, por lo tanto, el sistema se está volviendo más caótico por sí mismo. Por eso, los invito a que cada día nos esforcemos por contrarrestar ese caos de nuestras vidas y que sin importar si nos encontramos confinados por una pandemia o en el mejor momento de nuestras vidas, siempre nos esforcemos un poco más para ser mejores cada día (o en términos científicos, para disipar la entropía de nuestros sistemas): ya sea recogiendo nuestra habitación, reconciliándonos con nuestros seres queridos, poniendo en orden nuestros pensamientos, nuestras emociones ¡o hasta nuestras finanzas! Si les soy honesto, las posibilidades son tantas como entropía hay en el universo… y es infinita.
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