¡Hola de nuevo! Como recordarán, decidí escribir un especial sobre disciplina que constaría de tres partes: qué es la disciplina, cómo podemos incrementarla en nuestra propia vida y, finalmente, lo que veremos el día de hoy, las razones por las que la disciplina puede cambiar nuestra vida. Dicho esto, ¡comencemos!
Para ser capaces de divertirnos, disfrutar y quizá eventualmente ganar un juego –ya sea un deporte como el basketball, un videojuego como Pac-man o un juego de mesa como Monopoly–, es necesario que aprendamos, aceptemos y sigamos ciertas reglas.
Es decir, aunque pareciera que las reglas de los juegos son imposiciones diseñadas para limitarnos, he llegado a darme cuenta de que en realidad son esas mismas limitaciones las que, al jugar y guiarnos por ellas, estimulan nuestra creatividad y nuestra capacidad de resolver problemas. Esto naturalmente acaba haciendo de un juego una experiencia satisfactoria aún cuando a veces no salgamos victoriosos.
Ahora que hemos mejorado un poco nuestra perspectiva sobre las reglas o leyes, pasemos a un escenario más grande: la vida. No quiero caer en los clichés pero la verdad es que la vida, desde la perspectiva correcta, también es un juego y como todo juego en la existencia, también tiene sus reglas. Pero en esta ocasión no me refiero a los acuerdos sociales que dictan cómo debemos comportarnos con el fin de garantizar el bienestar de los habitantes del constructo social (y las cuales deberíamos, por el bien de todos, seguir en la medida de lo admisible). No, no, no. En esta ocasión me refiero a aquellas leyes universales e inmutables que rigen al universo en su totalidad y que determinan el comportamiento desde la más minúscula partícula hasta la más masiva de las galaxias. Así es, me refiero a las leyes físicas de la existencia. En este punto no me sorprendería que empiecen a preguntarse qué tienen que ver los juegos, las leyes físicas y la disciplina. La verdad, antes de empezar a escribir esta entrada yo tampoco tenía idea. Pero confíen en mí, ya casi llego a ese punto de convergencia.
Por supuesto, hablar a fondo de las leyes físicas más importantes va mucho más allá del alcance de esta publicación, pero la verdad es que tampoco es necesario ya que mi intención es enfocarme en una ley particularmente sencilla pero sumamente poderosa: las Primer Ley de Newton. En breve, este postulado establece que “un cuerpo cualquiera no modificará su estado de reposo o de movimiento si no se aplica ninguna fuerza sobre él” . Ahora, si nos atrevemos a llevar esta idea de un contexto de científico a uno más informal, podríamos reestructurar la definición de la siguiente manera: “Nada ocurrirá en el universo a menos que algo o alguien haga que ocurra y nada en el universo se detendrá a menos que algo o alguien lo detenga”. Y quizá esto parezca un concepto sumamente intuitivo en el mundo físico ya que sabemos más que de sobra que si queremos mover algo de lugar, abrir una puerta o hasta simplemente levantarnos hemos de hacer un esfuerzo equivalente para lograrlo. Sin embargo, les sorprendería saber cuántas personas conozco que les parece difícil de creer que este mismo concepto aplica a los aspectos del cuerpo, de la mente y de las emociones. Es decir, es fácil caer en un pensamiento mágico en donde todo sucede como por generación espontánea. Quiero llegar a tal meta, pero no hago nada para conseguirlo. Ya no me quiero sentir de esta forma, pero no hago nada por cambiar. Ahí es donde entra nuestro tema: la disciplina. Si queremos hacer de nuestro propio juego algo más interesante, ¡forzosamente necesitamos disciplina!
Además, la disciplina resulta una virtud valiosa porque:
- Facilita el disfrute. El disfrute, dice Mihaly Csíkszentmihályi, es lo más parecido a la felicidad y se presenta cuando estamos tan inmersos en una actividad que ponemos en práctica nuestras habilidades y nos mantenemos tan pendientes de conseguir un objetivo que nos olvidamos hasta de nuestros problemas cotidianos. A esos estados él los ha llamado “momentos flow” y contribuyen, literalmente, a “crecer nuestra personalidad”. Es decir, no somos los mismos antes y después de esas actividades. Aunque hay varias situaciones y factores que podrían funcionar como detonantes de un momento flow, éstos se dan usualmente cuando la actividad que estamos realizando se halla justo en el medio entre ser lo suficientemente difícil para representar un reto pero no lo suficiente para que nos sea imposible realizarla. Por ello, cuando decidimos perpetuar la continuidad de alguna actividad de este tipo (como por ejemplo hacer ejercicio seguido, leer un libro al mes o comprometernos a cumplir con un trabajo a tiempo) el incremento de momentos flow está prácticamente garantizado debido al reto que supone mantener dicha constancia.
- Mantiene la dirección. No es ningún secreto que es cada vez más difícil mantener nuestra atención dirigida en una sola dirección debido a la gran cantidad de información por la que somos bombardeados –sobre todo– en las redes sociales. Debido a esto creo que el fortalecimiento de la disciplina nos permite de alguna manera desarrollar en nosotros un mecanismo de “ancla” que nos dirigirá constantemente hacia aquellos objetivos que hemos marcado para nosotros mismos y nos será mucho más sencillo mantener (o corregir si es necesario) dicha dirección. Es como un entrenamiento de la conciencia y la fuerza de voluntad.
- Mayor libertad mental. Al tener un punto fijo hacia dónde dirigir nuestra atención y esfuerzos, automáticamente se libera un gran espacio mental. Es decir, la vida se basa en ir tomando constantemente una decisión tras otra y realizar la mayoría de ellas conlleva un enorme esfuerzo mental. Por ello, cuando nos decidimos a mantenernos constantes en una cierta actividad ya no es necesario estar pensando tanto en qué cosa nueva debemos hacer pues en realidad ya sabemos qué debemos hacer, solo se trata de tener la voluntad de hacerlo. Por ejemplo, si nos disponemos a hacer ejercicio diario, el espacio del día que dispongamos para hacerlo quedará libre de la carga de tener que decidir qué hacer con ese tiempo y en consecuencia, aunque se trate de ejercicio, les aseguro que se sentirán menos agotados mental y emocionalmente al final del día.
- Sí o sí vas a tener algún resultado. Dice la Tercera Ley de Newton que a toda acción corresponde una reacción y esta ley aplica desde las ciencias naturales hasta los aspectos sociales y personales. Aunque sería genial que todos alcanzáramos en algún momento todas nuestras metas, la realidad es que algunos de nosotros no llegaremos a lograr todo. ¡Pero eso no importa! Porque mientras mantengamos la disciplina de seguir dirigiéndonos hacia ellas tarde o temprano pasará algo que igual representará un beneficio para nosotros. Por ejemplo, si en algún momento queremos bajar de peso y nos ponemos a hacer ejercicio, no importará demasiado que no lleguemos al peso ideal porque de igual manera eventualmente cosecharemos algunos de los otros enormes beneficios que la actividad física tiene para ofrecernos más allá de bajar de peso. ¿No es genial? ¡Sí o sí salimos ganando siendo disciplinados!
- Satisfacción personal. Por naturaleza, los seres humanos disfrutamos de estar en constante movimiento y crecimiento, ya que ello asegura una mayor probabilidad de supervivencia en cualquier circunstancia adversa. Por ello, la disciplina nos regala la satisfacción natural de sentir que estamos haciendo algo valioso con nuestra vida y que estamos, de alguna u otra manera, en constante crecimiento también.
- Inspirar a otras personas. Debido a nuestra característica innata de ser una especie social y receptiva, es natural que la mejor forma de enseñar sea a través del ejemplo. Tanto es así, que incluso tenemos en el cerebro un grupo de neuronas llamadas “neuronas espejo” que nos permitieron aprender más rápido a través de la imitación de nuestras figuras de autoridad cuando éramos pequeños. Por supuesto, aunque nos volvamos adultos, esa tendencia a aprender a través de la imitación y del ejemplo se mantiene en nosotros ya sea consciente o inconscientemente. Por ello, cuando decidimos volvernos disciplinados respecto al cumplimiento de nuestras metas no solo nos ayudamos a nosotros mismos, sino que eventualmente las personas cercanas a nosotros empezarán a darse cuenta de nuestro cambio, de los beneficios que empezaremos a cosechar en algún momento y entonces muy probablemente se sentirán inspirados a mejorar su propia vida ya que verán en ti que ellos también son capaces de trazar y seguir el camino hacia sus metas si así se lo proponen.
Finalmente, espero hayan disfrutado de alguna –o todas– de la partes de este “especial” sobre la disciplina y que, de alguna manera, también les sirviera de recordatorio respecto a que nunca es tarde para redirigir nuestra vida hacia nuestras más grandes metas, sueños y objetivos. Además de que la posibilidad de lograrlas se incrementa exponencialmente cuando nos disponemos a hacer uso de las herramientas adecuadas (en este caso, las herramientas de la disciplina y la constancia). Después de todo, ¡Recuerden! “La gota de agua no termina rompiendo la piedra por su fuerza, sino por su constancia”.