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Desafía tu forma de aprender

La primera vez que escuché el término “aprender a aprender” fue en la secundaria, y la verdad, me pareció ridículo. “¿Aprender a aprender?, ¿qué es esto?, ¿un juego de palabras?, ¿quién podría querer eso”, pensé. Para mí, aprender no era una gran ciencia. Sólo conocía dos formas de hacerlo: o poner atención al maestro mientras daba su clase en el pizarrón o leer un libro una y otra vez hasta recordar la información de memoria. Durante años, creí que esas eran las únicas opciones para adquirir conocimientos. 

De hecho, tan convencido estaba que decidí prepararme para el examen de la UNAM leyendo una y otra vez algunas guías que había encontrado en internet. Así estudié mañana, tarde y noche durante dos meses y, aunque afortunadamente al final pude obtener un lugar en la carrera de medicina, sentí que me costó más trabajo y tiempo del que realmente era necesario. Sin embargo, decidí no darle demasiada importancia y procedí a prepararme para el inicio de mi nueva vida universitaria. 

Unos días antes de entrar a la escuela, con el pretexto de disfrutar mis últimos días de verdadera libertad, me embarqué en un maratón de todo tipo de videos en YouTube y, mientras veía un video divertido tras otro, apareció una recomendación que decía “How to study for exams. Evidence based revision tips”. Me dio curiosidad porque ya me habían comentado varias personas que la profesión a la que quería dedicarme era de muchos exámenes y, por lo tanto, de mucho estudio; así que decidí abrirlo. En el video, un médico inglés compartía el hecho de que la mayoría de personas en todo el mundo seguía utilizando métodos de estudio y aprendizaje que se ya se había demostrado una y otra vez que eran poco fiables. 

“Sí, la gente puede llegar a ser un poco ingenua” pensé yo, muy ingenuamente. Cuál fue mi reacción cuando al presentar la lista de dichos métodos ineficientes, en primer lugar se encontraba el de leer una y otra vez un texto para memorizar su contenido, ¡el mismo método que yo había usado toda mi vida! Tanta fue mi sorpresa que al principio me negué a creerlo y decidí ponerme a investigar más a fondo todo el asunto. Al final, el maratón de videos de gatitos y perritos se convirtió en un maratón de videos sobre las mejores técnicas de aprendizaje y la ciencia detrás de ellas. A raíz de esto, decidí poner a prueba, desde el primer día de clases, algunas de ellas.

Conforme pasaron las semanas, y los exámenes se hicieron presentes, me empecé a dar cuenta de que algunas de las técnicas de las que hablaba el científico eran muy útiles. Hoy, a más de tres meses de haber empezado este experimento, logré encontrar tres métodos que no sólo llevaron mis sesiones de estudio al siguiente nivel, sino que también me han ayudado a aprender cosas fuera de las escuela. Estos métodos son: la técnica Pomodoro, el método Feynman y las técnicas de estilo “active recall”. Siendo honesto, de cada uno de ellos se puede decir tanto que he decidido dividir este tema en dos publicaciones y exponerles más a fondo estas técnicas en el siguiente blog. 

Por ahora me gustaría compartir con ustedes los dos aprendizajes más significativos que yo obtuve de toda esta ordalía: 

El primero es que decidirnos aprender a aprender (de una mejor manera) no sólo no es una ridiculez, ¡sino que es una de las mejores cosas que podemos hacer! Piénsenlo un momento, aprender es una de las bases más grandes en la vida de todos nosotros. Aprender rápidamente se ha vuelto una necesidad no sólo para los niños o los jóvenes, sino también hasta para las personas mayores en estos tiempos en los que saber usar la tecnología puede significar una gran diferencia en cómo lidiamos con la pandemia. Y, por otro lado, entre más eficiente y funcional sean los tiempos que utilizamos para aprender o practicar cosas nuevas, mejor lo aprenderemos, la información se nos quedará más tiempo y tendremos más tiempo libre para disfrutar de otros aspectos de nuestra vida. ¡O seguir aprendiendo aún más!

El segundo es que hay otras formas de aprender, que hayamos hecho algo muchas veces (o toda la vida) no es garantía de que sea lo más adecuado. Probar otras opciones puede desafiar nuestros conocimientos y llevarnos a lugares más interesantes. Los invito a que aprovechen la maravilla de la tecnología para aventurarse a descubrir cosas nuevas. Tengo un primo que es sumamente curioso y cuando descubrió que podía aprender a hacer casi cualquier cosa con ayuda de internet, se dispuso a hacerlo, y como le encanta la cocina, ¡ahora hasta le enseña recetas a nuestra abuela y a su mamá! No importa la edad que tengamos, siempre podremos seguir aprendiendo y eso no sólo es divertido, sino que también es saludable porque activa nuestro cerebro y disminuye significativamente los riesgos de padecer alguna afección neurológica como el Alzheimer o demencia de cualquier tipo. 

Así que ya lo saben, en conclusión: aprender a aprender puede ser una de las mejores aventuras. En este sentido, Internet y los libros son herramientas maravillosas que pueden resultar sumamente constructivas si las usamos para ampliar nuestros horizontes. Después de todo, como decía Bertrand Russell: “En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que durante mucho tiempo se han dado como seguras”.

Yves Miguel Silva González
Yves Miguel Silva González
Un joven que cree que la vida puede ser maravillosa si nos atrevemos a tomar la responsabilidad de nuestro ser a través de nuestra mente, cuerpo y emociones.
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